Los documentos más antiguos de la producción de Pisco datan de 1548, cuando el cronista Pedro Cieza de León describe que encontró en los llanos de la costa del Perú parras de uva. En los Comentarios Reales de los Incas, el Inca Garcilaso de la Vega, nos recuerda que vio cosechar uva en el Cusco, este dato es fundamental para estudiar la época.
El aguardiente de uva de Ica, fue dándose a través del tiempo y de manera espontánea, existe una estrecha relación entre la palabra quechua “Pesco” y la palabra “Pisco”, la primera se refiere a un ave de la zona y la segunda a un cántaro para almacenar bebidas. Con el tiempo aquella extensa y bella geografía del litoral peruano se denominó Pisco, discurriendo por ese valle un río que lleva su nombre, además de contar con un importante puerto, el puerto de Pisco.
Posiblemente en aquel entonces la iglesia y el ejército español producían vino y agua ardiente de uva, porque había necesidad de vino para la misa y la eucaristía, y el agua ardiente para envalentonar a los soldados.
Se sabe que en 1613 Pedro Manuel “El Griego” en Ica, deja en su testamento, algunos objetos, dice… “más treinta tinajas de burney llenos de agua ardiente… más una caldera grande de cobre de sacar agua ardiente con su tapa y cañón...”. Siendo considerado como el primer pisquero del Perú. Según el historiador Lorenzo Huertas.
Por aquellos años, el Virreinato del Perú se convirtió en el principal productor vitivinícola de todo el continente durante los siglos XVI y XVII.
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