martes, 14 de junio de 2022

Arar para el clima: tierra sana, mundo sano | DW Documental

Mundialmente perdemos más de 100.000 kilómetros cuadrados de tierra fértil por año. A pesar de ser la base de la vida, la tierra está hormigonada, tratada con productos químicos y cultivada sin cuidado.
Como el agricultor austriaco Josef Nagl. Un accidente que casi le costó la vida le hizo reflexionar: ¿quiere que sus hijos hereden unos campos áridos y muertos que solo producen frutos con fertilizantes y pesticidas industriales? Josef Nagl cambió radicalmente la organización de su granja familiar. 

No usa ni el arado ni productos químicos. En lugar de eso, Nagl estableció la rotación de cultivos, el reverdecimiento constante del campo, y, lo más importante, cambió su actitud con respecto a los ciclos naturales. Se unió a un movimiento creciente de agricultores en la así llamada región ecológica Kaindorf. Ellos perciben la tierra como un organismo vivo cultivándola de manera que produzca constantemente humus en vez de hacerlo desaparecer. La reorganización de sus granjas también es rentable: por acumular humus y con ello almacenar CO2, reciben una recompensa económica. 


En el terreno donde se encuentra Erika Kothe, la agricultura era algo impensable desde hacía siglos. Durante la RDA se extraía uranio, dejando como herencia un paisaje lunar, altamente contaminado por ácidos y metales pesados. ¿Cómo se puede sanar una tierra así? "Con raíces, bacterias y hongos micorriza", dice la microbióloga Erika Kothe de la Universidad de Jena, que investiga allí con el geólogo Thorsten Schäfer. Juntos cultivan plantas de crecimiento rápido e inoculan la tierra con cultivos bacterianos y hongos. De esa manera fijan los metales pesados para que sean inofensivos. Esta tecnología podría utilizarse globalmente para la renaturalización de enormes paisajes postmineros.


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