El sur de Portugal es una región en auge para la producción de bayas en Europa. La superficie cultivada en el país se ha quintuplicado en los últimos años, hasta alcanzar casi 5.000 hectáreas. Uno de los productores: Logofruits. La empresa portuguesa cultiva arándanos en su plantación de Odemira, en un total de 75 hectáreas. Para su propietario, Lourenço de Botton, la mayor dificultad es encontrar mano de obra suficiente para la temporada de cosecha. Los arándanos tienen que recolectarse a mano, un proceso que requiere mucha mano de obra y que obliga a Logofruits a emplear a unos 600 trabajadores al día. Muchas de las personas que trabajan en los huertos del Alentejo proceden de Nepal, India o Bangladesh.
Hélder Guerreiro, alcalde de Odemira, explica que casi 11.000 trabajadores inmigrantes de más de 80 países viven ahora en el pequeño municipio. Esto corresponde a cerca del 40% de la población del municipio. Es una gran oportunidad para la región, que ha luchado contra la emigración en el pasado, pero también un enorme reto social. La enorme demanda de agua de la agricultura intensiva también es un problema, afirma Guerreiro.
Una cosa es cierta: el aumento del apetito por las bayas en Alemania tiene consecuencias para los países donde se cultivan. Los arándanos y las frambuesas también crecen en Alemania, pero no todo el año. En verano, los supermercados deberían estar llenos de fruta regional. Pero no es así. Incluso durante la temporada nacional, cada vez más se encuentran productos del extranjero en las estanterías. ¿Qué significa esto para los productores alemanes de bayas?
Erik Appel, de Darmstadt, cultiva, entre otras cosas, frambuesas. Sin embargo, las bayas que se cultivan aquí en Alemania se diferencian mucho de las que tienen que soportar largas rutas de transporte. Se trata de variedades criadas para ser especialmente robustas y duraderas. Cuando se trata de frambuesas de la región para el mercado local, el sabor es primordial. Cuando se habla de sabor, dice Erik Appel, nada supera a las bayas locales. Sin embargo, en términos de costes de mano de obra, es casi imposible mantenerse a la altura de los productos importados. Al fin y al cabo, Alemania tiene uno de los salarios mínimos más altos de Europa. Esto se refleja en el precio. Los productos importados suelen ser más baratos que las bayas regionales.
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